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ATENCIÓN

La atención puede ser considerada un proceso mental básico o uno superior en función de la complejidad de la tarea y de si se da un control voluntario. Se define como la capacidad para focalizar los recursos cognitivos en estímulos determinados, y está mediada por los procesos de alerta y por la percepción.

Entre los tipos de atención que podríamos considerar procesos psicológicos superiores cabe destacar la atención selectiva, la sostenida y la dividida. La atención selectiva es la aptitud para focalizarse en un único estímulo, la sostenida consiste en prestar atención durante un periodo de tiempo prolongado y la dividida permite alternar el foco de atención entre varios estímulos.



Características de la atención

Son de destacar las siguientes:

  • la intencionalidad que ayuda a activar, enfocar y mantener la atención en lo que es relevante para el aprendizaje actual o posterior
  • las expectativas del individuo como función activadora y selectiva de la atención, cuyo componente anticipatorio, incide e influye significativamente en la atención, así como en la percepción y la cognición en general
  • la activación o puesta en marcha y mantenimiento de los procesos cognitivos de procesamiento de la información
  • la orientación o capacidad de dirigir los recursos cognitivos a objetos o acontecimientos de manera voluntaria, por ejemplo, decidir leer o escuchar música
  • la focalización o habilidad en centrarse en uno o unos cuantos estímulos a la vez. Es decisivo el significado de los estímulos y sentido de la tarea para el sujeto
  • la concentración se refiere a la cantidad de recursos de atención que se dedican a una actividad en concreto
  • la flexibilidad se refiere a la capacidad para cambiar corrientes de pensamiento y acción con el objetivo de responder a situaciones de diferentes maneras
  • la ciclicidad se refiere a la capacidad de atención según los ciclos básicos de actividad y descanso
  • la estabilidad o mantenimiento de la atención se refiere al tiempo que una persona permanece atendiendo a una información o actividad.

Estas características ayudan a comprender mejor el funcionamiento de la atención, tanto en la realización de las tareas como en la adaptación que hace el individuo en cuanto a la dificultad o facilidad para poder realizarlas (Rivas, 2008).  Por ello, la respuesta al entorno depende en gran medida del proceso atencional, el cual participa en la codificación y el análisis de información de variada modalidad sensorial (Londoño, 2009). 

Hemos de diferenciar dos dimensiones de la atención: la intensidad y la selectividad. La intensidad tiene relación con el “grado de concentración” hacia una tarea o acontecimiento, así como la capacidad de atención sostenida. Ésta variará principalmente en función del grado de interés y el significado de la información. La selectividad se divide en focalizada y dividida.

En síntesis, la capacidad atencional se encarga de seleccionar de entre varios estímulos “el” o “los” más relevantes y, a su vez, ayudar a mantener la atención por períodos de tiempo limitado, e incluso alternando pasando de una tarea a otra, con el fin de lograr un objetivo (Londoño, 2009).


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