Las sensaciones son las impresiones primarias producidas en nosotros a través de algo externo o interno que se detecta mediante los sentidos, y produce un “toque” de conciencia mental. Una alarma que sin llegar a ser alerta, condiciona algo interior desde un estadio previo al malestar. Los sentidos: el olfato, gusto, tacto, vista y oído, condicionan la percepción de la sensación, y pueden estar representados por las sutiles delicadezas a las que son capaces de aferrarse para generar un estadio de lucidez sin llegar a ser determinante o realista. Por ejemplo: a través del tacto puedo detectar un estímulo, a través de la vista un movimiento, a través del oído un fuerte sonido. Las sensaciones no tienen porqué ser siempre relevantes, son indicativos de la percepción subjetiva, muchas pasan desapercibidas a través del filtro mental que no genera un grado de importancia extrema a esas cualidades.
La sensación representa uno de los primeros pasos hacia el desarrollo de la emoción. Cuanto más automatizada y arraigada esté en nuestra forma de pensar, generará un hilo de pensamiento que desarrollará una emoción asociada, lo que llevará a una reacción posterior. Las sensaciones nuevas, por lo general, suelen estar separadas de un esquema mental adaptado a ese estímulo, lo que hará que nuestra percepción trate de buscar la manera de darle forma en nuestro mundo interior.
Por ejemplo, ¿Qué sensación me produce una comida, un perro que viene hacia nosotros, haber terminado un trabajo? Cada persona tendrá una respuesta distinta y tratará de darle forma a través de las emociones que se generan.
Tipos de sensaciones
Tal y como
comentábamos anteriormente, las sensaciones pueden ser clasificadas en
distintos tipos. Además, estas pueden ser clasificadas en subgrupos dependiendo
de si responden a estímulos externos o internos.
Dentro del grupo de
sentidos externos se encuentran
- Sentido de la vista.
- Sentido del tacto.
- Sentido auditivo.
- Sentido olfativo.
Por otra parte, los
sentidos internos incluyen:
- Sentido cenestésico.
- Sentido kinestésico.
- Sentido visual
Sentido kinestésico
o propiocepción
La kinestesia o
propiocepción, hace referencia a la capacidad de detectar la posición de los
músculos, así como la capacidad para ser conscientes de la posición o postura
de nuestro cuerpo en relación a lo que nos rodea. Este sentido hace posible en
control de la dirección y el rango de nuestros movimientos, por lo que nos
permite dar respuestas motoras rápidas y automáticas.
En comparación con
los sentidos descritos anteriormente, la kinestesia es un sentivo interoceptivo,
es decir que se encarga de detectar los estímulos y estados internos de nuestro
organismo.
Como consecuencia,
también ejerce un importante papel en la percepción y mantenimiento del
equilibrio, así como en la coordinación de los movimientos. Por otra parte, las
disfunciones relacionadas con este sentido son aquellas que se manifiestan
mediante la torpeza motriz, caídas y falta de coordinación.
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Sentido cenestésico
Finalmente, la
cinestesia o el sentido cinestésico es uno de los sentidos menos conocidos y es
el que se encarga de detectar el conjunto de sensaciones internas de nuestro
cuerpo. Las unidades receptoras de este sentido son aquellas terminaciones
nerviosas de las membranas de los órganos internos. Informa sobre el estado de
los órganos y del organismo en su totalidad. Los estímulos que las activan son
los propios de la fisiología digestiva, respiratoria y muscular, entre otros.
En algunos ámbitos, se refieren a la cenestesia
como la sensación general de la existencia de nuestro propio cuerpo y al estado
en el que este se encuentra.
Sensaciones
acromáticas: sensaciones generadas por el grado de claridad del ambiente. Este
va desde el blanco hasta el negro absoluto.
La detección de la
longitud de onda, la intensidad y la complejidad de la luz son posibles gracias
a los receptores visuales situados en la retina del ojo. Estos receptores son
conocidos como varillas y conos.
Mientras que las
varillas son sensibles a la luz tenue, los conos captan la variedad de colores
y la luz brillante. La información sensorial obtenida por estos receptores se
transduce en información neuronal que viaja a lo largo del nervio óptico.
Cuando este sentido
falla por cualquier causa y a cualquier nivel, aparecen los distintos tipos de
ceguera, incluyendo la incapacidad completa para ver.
También conocido
como oído, este sentido nos permite detectar los sonidos que llegan al
mecanismo interno del órgano auditivo en forma de vibraciones y los cambios en
la presión del medio. Estas sensaciones pueden ser diferentes en función de la
altura y del tono, igual que también varía en función del timbre.
Características
como la frecuencia, la intensidad y la complejidad de las ondas de sonido que
nos llegan del medio externo son detectadas por los receptores auditivos del
oído. En este caso los receptores son conocidos como cilios o receptores de
células ciliadas.
Los diferentes
patrones de movimiento de los cilios se traducen en diferentes códigos
neuronales, que en última instancia, conducen a escuchar diferente el volumen,
tono y timbre de los sonidos.
En este sentido, la pérdida de la capacidad para escuchar es conocida como sordera, la cual también puede aparecer en diferentes grados y afectar a uno o ambos oídos.
Sentido olfativo
La capacidad para
percibir los aromas y olores del medio es conocida como sentido del olfato. La
aparición de cualquier fragancia externa, tanto agradable como desagradable,
activa los receptores capilares de las fosas nasales. Estos receptores
trasladan la señal al bulbo olfatorio, situado en la base del cerebro.
El sentido del
olfato puede servir para muchos propósitos tales como la detección de peligros
(oler un escape de gas), alimentos en mal estado o la detección de feromonas,
entre muchos otros. Además, se integra con el sentido del gusto para percibir
eficazmente los distintos sabores.
Una persona que no
posee esta capacidad o la ha perdido debido a algún tipo de lesión es una
persona que sufre de anosmia.
Sentido del gusto
El gusto es aquella
sensación producida por una reacción química que se da cuando una sustancia es
detectada por las células receptoras del gusto, situadas en las papilas
gustativas de la cavidad bucal, principalmente en la lengua.
Los receptores del
gusto se activan por la presencia de comida o cualquier otro elemento colocado
en la lengua. Las papilas gustativas pueden detectar cuatro sabores básicos:
dulce, salado, ácido y amargo. No obstante, el sentido del gusto trabaja junto
con el olfato y la estimulación del nervio trigémino para determinar los
diferentes sabores, así como la temperatura de estos.
Con el paso de los
años y el envejecimiento aparece un disminución de la intensidad en la
percepción de los diferentes sabores, mientras que la imposibilidad completa de
percibirlos es conocida como ageusia.
Sentido del tacto
El sentido del
tacto es aquel cuyas sensaciones responden a los cambios en la superficie del
cuerpo. Es decir, la piel de la persona; la cual puede sentir todo aquel
estímulo o elemento que lo toque.
A través del
sentido del tacto podemos percibir e identificar las características de los
objetos. Nos permite conocer si es suave, rugoso o áspero. De la misma manera,
también nos puede informar de la temperatura de los objetos mediante la
activación de los termorreceptores.
Las células receptoras de información sensorial se encuentran conectadas a las fibras nerviosas aferentes. Ante la detección de un estímulo táctil, los receptores sensoriales se activan transportando la información hacia los centros cerebrales correspondientes.
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